No hace falta ser universitario para visitar las mejores bibliotecas de la capital. Repletas de conocimientos, estos lugares de aprendizaje y tranquilidad también pueden visitarse como museos. Harán las delicias tanto de los aficionados a la literatura como de los amantes de la arquitectura.
Está, por supuesto, la famosa BNF Richelieu y su sala oval, tesoro del distrito 2, templo del silencio y guardián de la historia de los reyes desde 1721.
Si no se cansa de ser estudiante, vaya a Mazarine's por su belleza, a Les Mines por su lado oculto y a Sainte-Geneviève, aunque ya la haya visto en las películas.
Dan ganas de volver a la escuela, ¿verdad?